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Un inédito Café Metropole

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Café Metropole (Edward H. Griffith, 1937)

No hemos tenido la oportunidad de ver esta película aunque nos hemos decidido a paliar esta falta cuanto antes, pues los tres protagonistas merecen la pena y se nos ha abierto el apetito después de descubrir —mientras navegábamos en busca de piezas de Robinson— que dos magníficas coreografías de nuestro homenajeado se quedaron fuera de la edición final de este film.



La primera de ellas es una genial coreografía de claqué interpretada por Robinson en una gigantesca pista de baile, imaginamos que del Café Metropole, y la segunda de ellas y la que más nos ha llamado la atención es una sorprendente danza apache que nos ha maravillado y que rápidamente hemos añadido a nuestra colección. Esperamos que disfruten tanto como nosotros.





Café Metropol (1937)
Producción: Twentieth Century Fox Film Corporation (EEUU)
Director: Edward H. Griffith,
Música: David Buttolph y Cyril J. Mockridge.
Intérpretes: Loretta Young (Laura Ridgeway), Tyrone Power (Alexis), Adolphe Menjou (Monsieur Victor), Gregory Ratoff (Paul), Charles Winninger (Joseph Ridgeway), Helen Westley (Margaret Ridgeway), Christian Rub (Maxl Schinner), Ferdinand Gottschalk (Monsieur Leon Monnet), Georges Renavent (Captain) y Leonid Kinskey (Artista).
83 min. Blanco y negro




Un popurrí para despedirnos

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No queremos despedirnos de Bill Bojangles Robinson sin agrupar otras piezas que hemos ido encontrando durante estos días y que constatan, una vez más, la calidad de su baile, la simpatía de su interpretación y la influencia que supuso para otros bailarines, negros o blancos, que se convertirían pronto en estrellas de la pantalla. 

Harlem is Heaven (1932), es la primera película protagonizada exclusivamente por negros. Ya os hemos enseñado en el perfil de Bill Robinson el número de la escalera tal y como lo hacia sobre los escenarios de Broadway y de toda América. Una auténtica delicia llena de ritmo, buen gusto y excelencia. Ahora os dejamos con otra pieza de la película que nos sumerge de lleno en el ambiente del Harlem de la época:



En 1934, Roy Mack dirige a Robinson en el mediometraje King for a Day donde Robinson se gana la posibilidad de participar en el espectáculo —y que lleve su nombre— jugando a los dados, una buena idea para los bailarines de hoy en día si son rechazados en una audición.


En Hooray for Love (Viva el amor, Walter Lang, 1935) encontramos a tres grandes artistas afroamericanos: el gran Fats Waller, nuestro protagonista Bill Robinson y la muy talentosa artista Jeni Le Gon. En esta ocasión podemos admirar el baile vertiginoso de Robinson —y de Le Gon— sin adecuar su velocidad al ritmo de otros, léase Shirley Temple. Era la primera vez que Robinson compartía su baile con una partenaire que no fuese la pequeña Temple y Jeni Le Gon, aún siendo muy joven y la primera película en la que intervenía, responde con calidad y precisión, iniciando así una carrera de éxito. Siéntense cómodamente y disfruten del ritmo afroamericano:



Para terminar, queremos añadir este documental realizado por la asociación de amantes del tap dance, Associació Tot pel Claqué en el que podemos ver secuencias de otras de las películas de Robinson, que desgraciadamente no hemos tenido la oportunidad de visionar. De momento esto es todo. Ya volveremos con otros maestros y maestras de este maravilloso y rítmico baile.



Miss Ada, el proyectil humano enamorado

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Young Man’s Fancy (Llovida del cielo, 1939), Robert Stevenson

El joven Lord Alban (Griffith Jones) escapa de sus padres, los duques de Beaumont (Seymour Hicks y Martita Hunt), que pretenden casarlo con la hija de un acaudalado cervecero (Meriel Forbes). En su huida, entra en un modesto local de music hall en el que actúa Miss Ada, la bala humana (Anna Lee).


Ella es hija de un titiritero (Edward Rigby), que actúa con sus marionetas a la puerta del teatro, pero ella tiene aspiraciones. No quiere trabajar en la calle. El music hall le parece lo más a lo que puede aspirar una artista. De modo que, cada noche se deja disparar con un cañón por un tipo pomposo vestido de militar y apodado capitán Boumphray (el cómico escocés Billy Bennett).


Pero la noche en que Lord Alban presencia el número hay un error de cálculo, el proyectil humano rebota en la red y va a parar directamente a sus brazos. Por prescripción médica la lleva a la mansión de los duques y allí ambos conciben un plan que lo librará a él de la boda de conveniencia. Protagonizarán una sonada escapada a París de modo que el conservador cervecero deshaga el compromiso. Pero las cosas no suceden como habían previsto, los prusianos cercan París y la pareja se enamora de verdad en la ciudad cercada.


Al borde de la muerte por inanición, ella recibe la oferta del propietario del Palace d’Amusements (Francis L. Sullivan) de trabajar en su local.


Los enamorados resucitan el número de la bala humana. Lord Alban hará la presentación del número y el papel de artillero. Una vez más el destino, ay, les juzga una mala pasada. Los espectadores escapan a celebrar la firma del armisticio. Mademoiselle Ada consigue caer en el centro de la red en un local desierto. El propietario del Palace d’Amusements les ofrece que realicen cualquier otro número: equilibrismo, trapecio volante… El del cañón ha quedado obsoleto desde el mismo momento en que se ha firmado la paz.


La pareja no tiene más remedio que regresar a Londres. Ella, fracasada. Él, abocado a un matrimonio de conveniencia. ¿O no?


Young Man’s Fancy (Llovida del cielo, 1939)
Producción: CAPAD / Ealing Studios (GB)
Director: Robert Stevenson.
Guión:Roland Pertwee, de un argumento de Robert Stevenson.
Intérpretes: Griffith Jones (Lord Alban), Anna Lee (Miss Ada), Seymour Hicks (el duque de Beaumont), Martita Hunt (la duquesa de Beaumont), Billy Bennett (el capitán Boumphray), Edward Rigby (Gray), Francis L. Sullivan (Vincent St. George, director del Palace d’Amusements), Meriel Forbes (la señorita Crowther), Felix Aylmer (Sir Caleb Crowther), Raymond Aimos (el vagabundo), Phyllis Monkman (Esme), Morton Selten (Mr. Fothergill), Alan Aynesworth (Mr. Trubshaw), George Carney, Athene Seyler.
77 min. Blanco y negro.


El Gabinete de Curiosidades de Miss Elsa

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American Horror Story: FreakShow Temporada 4 (Ryan Murphy y Brad Falchuk , 2014)

Estoy acostumbrado a ver freaks. Tengo unos cuantos documentales, varias películas y muchos libros que cuentan su vida y costumbres. Conozco las peripecias de muchos de ellos, sus matrimonios de conveniencia y cómo se ganaban la vida en los sideshows americanos desde mediados del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX. Nunca me han dado miedo aunque muchos directores se empeñaran en ello, al contrario, siempre me han parecido entrañables.



Pero he de reconocer que después de haber visto tan solo cinco episodios de la cuarta temporada de American Horror Story, esa tranquilidad y familiaridad se ha desvanecido y la inquietud y el desasosiego se ha apoderado de mi por culpa de Twisty (John Carroll Lynch), un payaso asesino cuya sonrisa-máscara ya se me ha aparecido en alguno de mis sueños. No es de extrañar que Glenn Kohlberger, el presidente de Clowns of America International y Randy Christensen, "Oxford P. Nuts", presidente de la  World Clown Association, hayan protestado por la macabra imagen que acentúa el miedo irracional hacia los payasos.



American Horror Story es una serie creada por Ryan Murphy y Brad Falchuk en 2011 para la cadena FX. Cada temporada es independiente, con personajes y escenarios diferentes, y una trama que comienza y acaba. Las tres primeras temporadas han transcurrido, respectivamente, en una mansión embrujada (Murder House), en un hospital psiquiátrico (Asylum) y en el ambiente de vudú y brujería de Nueva Orleans (Coven). La cuarta temporada, la que nos ocupa, transcurre en un pequeño pueblo de Florida donde tiene su cuartel general el espectáculo de freaks de la enigmática señorita Elsa (Jessica Lange), una artista de cabaret y sexo de la Alemania de Hitler.


Lo más interesante de este festival de terror es que algunos de sus protagonistas son auténticos freaks: la diminuta Jyoti Amge, la gigante Erika Ervin, la mujer mitad Rose Siggin, Drew Rin Varic, un pequeño actor que en la serie es conocido como Toulouse, en homenaje al genial pintor, Mat Fraser que actúa como Paul, "the Illustrated Seal" o Ben Woolf que interpreta a Meep.


A este elenco de malformaciones los creadores han añadido freaks de efectos especiales como las hermanas siamesas Bette and Dot, interpretadas las dos con mucho acierto por Sarah Paulson; Ethel, la mujer barbuda, tras la que se esconde la siempre inquietante Kathy Bates; Jimmy (Evan Peters) con pinzas de cangrejo en vez de dedos; Desiree Dupree (Angela Bassett ), la mujer de tres tetas; Dell Toledo (Michael Chiklis) que hace de forzudo; la actrizNaomi Grossman que interpreta a Pepper, un personaje similar a los pinheads (cabeza de alfiler) que aparecen en la película Freaks; y un personaje que viene del más allá, Edward Mordrake (Wes Bentley), el hombre de las dos caras. 


Entre Twisty, el traumatizado payaso asesino, y el jovencito millonario (Finn Whitrock), psicópata fascinado por Twisty, consiguen la dosis de miedo necesaria para engancharnos a la serie. Además, para enredar un poco más, dos personajes sin escrúpulos se infiltran en el elenco: Maggie Esmeralda (Emma Roberts) y Stanley (Denis O'Hare) —que se considera a si msmo un freak debido al exagerado tamaño de su pene—, empeñados en hacer negocio con los freaks, añadiendo sus cuerpos muertos al Museo de Curiosidades en el que colaboran. Si a esto añadimos que los diferentes capítulos se adentran más en el horror con flashbacks que nos explican la biografía de sus personajes principales, el éxito de esta cuarta entrega de AHS parece asegurada.




Otro punto a destacar de esta serie es la banda sonora, una colección de versiones de canciones famosas que son interpretadas por los protagonistas de AHS Freakshow. Así nos encontramos a Jessica Lange cantando "Life on Mars" de David Bowie o "Gods and Monsters" de Lana Del Rey y a la pareja de siamesas interpretando "Criminal" de Sarah Paulson. Algo que merece la pena ver, como muchos de los teaser—minirrelatos de terror que promocionan la serie— y los títulos de crédito que parecen inspirados en las extrañas criaturas de los hermanos Quay. Abajo encontrarán una nutrida lista de reproducción para ir abriendo boca.


American Horror Story: FreakShow Temporada 4 (2014)
Produccón: FX Televisión (EEUU)
Creación: Ryan Murphy y Brad Falchuk
Guión: James Wong y otros.  
Intérpretes Jessica Lange (Elsa Mars), Kathy Bates (Ethel Darling, la mujer barbuda), Angela Bassett (Desiree Dupree), Sarah Paulson (Bette y Dot Tattler, las hermanas siamesas ), Evan Peters (Jimmy Darling), Frances Conroy (Gloria Mott), Emma Roberts (Maggie Esmeralda), Denis O'Hare (Stanley), Michael Chiklis (Wendell Del Toledo),
Wes Bentley (Edward Mordrake), Finn Wittrock (Dandy Mott), John Carroll Lynch (Twisty, el payaso), Patti LaBelle (Nora, la mucama de Gloria), Jyoti Amge (Ma petite ), Naomi Grossman (Pepper), Matt Fraser (La Foca lustrada), Erika Ervin (Eva, la Amazona), Ben Woolf (Meep), Wes Bentley (Edward Mordrake), Rose Siggins (Suzi, la mujer mitad) y Drew Rin Varick (Toulouse)
Color. 60 min. x episodio.

Lanzador de cuchillos y falsificador

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L'angelo bianco (1955), Raffaello Matarazzo

Donde menos se espera salta la liebre. ¿Quién nos iba a decir a nosotros que en mitad de un melodrama sobre la paternidad y el amor imposible nos íbamos a encontrar con un lanzador de cuchillos llamado Mario de la Torre?


Desde que en 1949 rodase Catene, Raffaello Matarazzo se convierte en el especialista en melodramas del cine italiano. Su serie de películas con Amedeo Nazzari e Yvonne Sanson son éxitos clamorosos de taquilla y labran la fortuna de la Titanus.


En 1951 Matarazzo realiza la tercera versión de un argumento que la productora ya había rodado durante la etapa silente y durante la guerra. Su título: I figli di nessuno (Los hijos de nadie). Se narra aquí la historia de Guido (Nazzari), un aristócrata enamorado de Luisa (Sanson), la hija del guardia de la cantera de Carrara. La condesa (Françoise Rosay) ve con malos ojos los amores de su hijo con una plebeya y, con la complicidad del malvado capataz (Folco Lulli) se las arregla para separarlos y hacer creer a la madre que su hijo ha muerto. Luisa, destrozada, ingresa en un convento y toma el nombre de sor Addolorata). Ignorante de su vástago, Guido se casa con una dama de su misma clase (Enrica Dyrell) y tiene una hija. Pero el chico escapa del internado y busca en Carrara a quien paga las facturas del colegio. El chico morirá a consecuencia de una explosión en la cantera y sor Addolorata y Guido se reunirán cuando sea ya demasiado tarde.


Pues bien, L’angelo bianco comienza en este punto preciso, con un montaje de imágenes que nos retrotraen a la película estrenada cuatro años antes. Lo que en I figli di nessuno eran apuntes de lucha de clases en torno a las condiciones de explotación en que viven los empleados de la cantera, se torna en esta segunda parte en puro delirio masoquista. Guido se separa de su mujer al comprender que sólo ha amado a Luisa. Al intentar huir de los abogados, Elena y su hija fallecen en un accidente marítimo. Guido es siquiera incapaz de quitarse la vida. Intenta volver al trabajo y, en una estación, ve en otro tren a una mujer idéntica a Luisa. Sin dudarlo un segundo, abandona el tren y sigue a esta doble escandalosa y procaz. Se llama Lina (de nuevo Sanson) y es artista de variedades.


Guido la abandona una y otra vez, y una y otra vez vuelve a ella, arrebatado hasta el extravío, febril. Mario de la Torre (Philippe Hersent), un compañero que actúa en la misma compañía de variedades que Lina como lanzador de cuchillos y, probablemente, su amante y explotador, la exhorta a aprovecharse del acaudalado aristócrata. Esa noche, ambos se rinden a las leyes del deseo. Pero, ay, el tal Mario de la Torre se dedica a distribuir moneda falsa aprovechando los trasiegos de la compañía, la policía descubre un maletín en la habitación de la artista y ella termina en la cárcel. Y, además, embarazada de Guido.


No les contamos más que seguro que ya no les quedan a ustedes pañuelos. Las escenas en los teatros tienen lugar entre bambalinas, así que no hay ocasión de comprobar la puntería de Mario de la Torre. Dos veces lo vemos ensayando y aunque, por la distancia, parece poco perito en tan difícil especialidad, cuando amenaza a Lina los cuchillos coadyuvan al ambiente ominoso.


L'angelo bianco (1955)
Producción: Titanus / Labor Films (IT)
Director: Raffaello Matarazzo.
Guión: Aldo De Benedetti, Raffaello Matarazzo, Giovanna Soria, Piero Pierotti.
Intérpretes: Amedeo Nazzari (Guido), Yvonne Sanson (Luisa / sor Addolorata / Lina), Enrica Dyrell (Elena), Alberto Farnese (Poldo), Flora Lillo (Flora), Philippe Hersent (Mario de la Torre), Nerio Bernardi (Rossi, el abogado), Virgilio Riento (Marini, el médico), Emilio Cigoli (el director de la prisión), Olga Solbelli.
100 min. Blanco y negro.

El Show de Ed Sullivan

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Toast of the town - The Ed Sullivan Show (1948-1971)

Edward Vincent “Ed” Sullivan nació en 1901 en Harlem, en el seno de una familia irlandesa. Después de una temporada como boxeador, comenzó su profesión en los medios como comentarista deportivo. Sullivan tomó el relevo de Walter Winchel, el columnista más famoso de su época y experto en espectáculos, y se convirtió en columnista de teatro. La nueva columna de Sullivan, “Little Old New York”, se centraba en los espectáculos de Broadway y los chismes relacionados con el famoseo de la época. En 1933 escribe y participa en la película Mr. Broadway, un recorrido por el mundillo del espectáculo neoyorquino con él como anfitrión.

Ed alternaba su trabajo como columnista  con participaciones en programas de radio o animador de concursos de baile y pronto se convirtió en un exitoso cazatalentos, instalando su cuartel general en la sala El Morocco, el famoso night club de Manhattan de los sillones de piel de cebra azulados, donde se daban cita la flor y nata de los políticos, la alta sociedad y los artistas de Nueva York. 

En 1948, la CBS contrata a Ed Sullivan para hacer un programa semanal nocturno de variedades, “Toast of the Town”, que con el tiempo se acabó llamando The Ed Sullivan Show. El Show de Ed Sullivan estuvo en antena durante 23 años —es todavía record de permanencia de un programa de entretenimiento en la televisión americana— y cambió radicalmente el panorama de esta. El escenario de Ed Sullivan acogía todo tipo de actuaciones realizadas por asombrosos artistas, desde actuaciones de rock’n roll, música pop u ópera hasta números de circo y danza de todo tipo o piezas de Broadway, pasando por la política o los deportes.


Cómo consiguió Ed tal éxito en su Talk Show es todavía cuestión de controversia, pues su apariencia y su destreza con las presentaciones dejaba mucho que desear. En 1950, en el Times  hablaban de él de la siguiente manera: “He moves like a sleepwalker; his smile is that of a man sucking a lemon; his speech is frequently lost in a thicket of syntax; his eyes pop from their sockets or sink so deep in their bags that they seem to be peering up at the camera from the bottom of twin wells”. En todo caso, la revista concluía que “en vez de asustar a los niños, Ed encantaba a toda la familia”.


Lo que suplía esas carencias era su gran sentido del humor y la capacidad de reírse de si mismo. En cuanto tenía oportunidad participaba en los sketches de sus invitados o estaba presente mientras los imitadores se ensañaban con él. Podemos verle compartiendo una pieza con Lucille Ball y Desi Arnaz, metiéndose en una caja de espadas con el mago cómico Mack Ronet, charlando amigablemente con el ratoncito italiano Topo Gigio, haciendo una rutina de acrobacia con Gene Kelly, una pieza de piano a cuatro manos con Steve Allen, un dueto con Peter O’Toole o participando como partenaire —muchas veces un auténtico estirado carablanca— de cómicos como Jerry Lewis, Jack Benny, Joan Rivers, Phil Silvers, Alan King, Jimmy Durante y muchos otros.

En sus programas podemos disfrutar de una variedad de actos increíble. Una invasión del vaudeville y las variedades en el nuevo medio de comunicación que pronto acabaría convirtiéndose en el entretenimiento favorito del público y que seria precisamente la causa de la decadencia de estos formatos. Imitadores despiadados, todo tipo de cantantes, ventrílocuos,  acróbatas, monologuistas, magos, cómicos, malabaristas, antipodistas, bailarines de claqué, de flamenco, de ballet, excéntricos, aerealistas, y todo tipo de artistas se mezclaban con presentadores de la radio, actores de éxito, big bands, grupos de música moderna, entrevistas o locuciones de autoestima patriótica de Eleanor Roosevelt.


Sullivan tenia un talento especial para reconocer los gustos del público y procuraba tener en su programa las mejores atracciones a cualquier precio y antes que nadie. Así consiguió, en 1964, la primera aparición de los Beatles en una televisión americana con un éxito sin precedentes, o en 1969, la presentación del primer single de The Jackson 5. De igual manera pasaron por su programa numerosos artistas afroamericanos, a los que tenía especial aprecio, como The Supremes, The Temptations o los Four Tops, así como los bailarines de claqué The Nicholas Brothers o el actor Bill Cosby. Los Rolling Stone, Bob Dylan, Buddy Holly, Elvis Presley, Ike & Tina Turner, Nat King Cole, Janis Joplin, Marvin Gaye, Roy Orbison, James Brown, Ella Fitzgerald y Sammy Davis, Louis Armstrong o The Doors también tuvieron un hueco en su escaleta con sabrosas anécdotas incluidas.


Hay varias recopilaciones del programa disponibles a través de la página oficial de su programa (www.edsullivan.com) y numerosas piezas en youtube en las que se puede apreciar la versatilidad del programa y su pujanza a lo largo de los años, desde el blanco y negro al color. En una recopilación temprana y no oficial de el Show de Ed Sullivan que he tenido la fortuna de encontrar, entre los diferentes actos me he topado con una pareja increíble de bailarines excéntricos, los españoles Elsa y Waldo. 


Este matrimonio de artistas, poco conocidos en su propia tierra, comenzó a trabajar  alrededor de 1933 anunciados como “Elloise y Waldo Moll: ¡Los colosos!, Bailarines excéntricos”. Durante el breve tiempo de la II República española, a la que defendieron con armas en el Puente de los franceses, fueron elaborando el número, su desconcertante y minimalista baile excéntrico, un acto sutil de muecas y cuerpos de goma, que les haría codearse más tarde con Sammy Davis Jr., Jerry Lewis, Dorothy Lamour, Walt Disney, Marlene Dietrich, el príncipe Rainero y Edith Piaf, como nos cuenta nuestro amigo el mago Luis Boyano. Elsa y Waldo huyeron de la miseria de la derrota en España y establecieron su cuartel general en Nueva York, donde residieron durante cuarenta años, viajando por todo el mundo para realizar innumerables galas.



Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, en 1916, Waldo Moll, artista, bailarín, mimo de vida ajetreada y exitosa, murió en su casa de Madrid, el día 2 de agosto de 2002. Tuve la suerte de verle actuar hace tiempo en el Hebe o en el Club de Payasos cuando aún se resistía a aceptar que ya eran muchos años sobre el escenario. Quería enseñar su arte y lo hacía acompañado de Vivianne, la bailarina que le acompañó durante todos esos últimos años. Sus pantomimas tenían el sabor de lo verdadero y Waldo se emocionaba interpretándolas viviéndolas como si fuese la primera vez.

Cuando a Ed le gustaba algo no le importaba volver a programarlo. De esta manera, nuestra amiga, la trapecista Miss Mara tuvo la habilidad  de encandilar al presentador y  fue contratada por la productora media docena de veces. En la primera de ellas, Mara tiene un problema con el montaje y podemos ver a Ed Sullivan nervioso tratando de improvisar para disimular el fallo y al finalizar el número tenemos la oportunidad de ver a una jovencísima y tímida Mara huyendo de la entrevista y escapándose de la cámara.


Lo mismo sucedió con otros españoles como la familia Pompoff y Theddy, responsables de varias alocadas entradas  y el divertido y genial ventrílocuo Señor Wences con su inconfundible “S-all right? S-all right!” de Pedro —una cabeza metida en una caja— y la simpatía de Johnny, su original marioneta hecha con su propia mano, con el que se paseó por el teatro de Sullivan en numerosas ocasiones. El record lo ostentan el dúo de cómicos canadienses Wayne & Shuster con 67 intervenciones, seguido de cerca por la popular marioneta Topo Gigio y su famoso latiguillo “Eddie, kiss me good night”.


Ed Sullivan era alguien que amaba el espectáculo, el entertainment, por encima de todo. Se sentía a gusto siendo querido por los artistas y gozaba programando los mejores actos del momento y dando su primera oportunidad a jóvenes de indudable talento. Su programa es, en la actualidad,  una verdadera lección de historia y una oportunidad única de volver a disfrutar de grandes artistas.

Wilson, Keppel and Betty

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Soft Lights and Sweet Music (1936)

Hace muchos años, tantos que no quiero ni acordarme, coincidí con el Circo Hazzard, un pequeño circo familiar inglés, que estaba por Andalucía y en el cual, muchos de nosotros tuvimos nuestro bautismo circense. El circo lo llevaban dos payasos, Orlways y Harry Hazzard, auspiciados por el padre del primero, Michael Balfour (Ancient Hazzard), actor de teatro y cine muy popular en Inglaterra y Estados Unidos, que los últimos años de su vida decidió vivir una aventura circense como payaso y escultor en el sur de España. El caso es que Harry y Orlways hacían un número vestidos de egipcios delante de una tela pintada con pirámides y palmeras, con un baile idiota sobre arena de playa, que, aunque nos tronchábamos de la risa, nunca llegamos a entender del todo. Ellos nos explicaban que era un número muy antiguo, que tenía mucho éxito en los Music Hall ingleses, y la verdad es que disfrutaban haciéndolo, igual que en la entrada de los empapeladores, dos buenos payasos de verdad.
Los tenía olvidados, aunque sabía que ahora se habían establecido en otro sur, en el sur de Francia (Belrepayre), pero el otro día los volví a ver en una película de 1936 (Soft Lights and Sweet Music). No me lo podía creer, allí estaban los originales, el trío Wilson, Keppel & Betty con Cleopatra´s Nightmare, su danza de la arena, el número que inspiró a nuestros amigos Los Hazzard, un número tan famoso como decían.




Luke McKernan nos dice: "They first appeared as a trio in Des Moines, Iowa, and began to develop what was to become their famous ‘Cleopatra’s Nightmare’ sand dance routine, using Luigini’s celebrated ‘Ballet Egyptien’ ballet music, originally arranged for them by Hoagy Carmichael. They used the band parts for three decades. Quite how and why they came up with such an act we do not know, but there was a tradition of sand dancing in the music halls, and the discovery of Tutankhamen’s tomb in 1922 had created a fashionable interest in all things Egyptian … They inspired many imitators, but none came close to the mixture of anarchy, suggestiveness, humour, grace and knobbly knees that made Wilson, Keppel and Betty a unique phenomenon. As the music hall journal The Call Boy put it, ‘Wilson, Keppel and Betty was a marvellous act, the epitome of real variety’. Clever, clean and very funny. It was the pros’ favourite act because the performance on the side of the stage when Jack and Joe made their quick changes of costume while Betty danced her solos was as funny as their stage act. Every move of their changes wastimed to perfection’. Praised by their peers and loved by audiences for decades, the legend of Wilson,Keppel and Betty lives on".

El trío de artistas fue filmado en varias ocasiones por compañías británicas que hacían recopilaciones de actos de variedades. A la ya mecionada Soft Lights and Sweet Music (1936) hay que añadir Variety Jubilee (1943) y Starlight Serenade (1943), cuya estrella es Bonar Colleano de la familia Colleano, junto con los que iniciaron su aprendizaje artístico en Australia a principios del siglo XX.




Soft Lights and Sweet Music (1936)Producción: British Lion Film Corporation
Dirección:Herbert Smith

Intérpretes: Ambrose and His Orchestra, Evelyn Dall, Western Brothers, Harry Tate, Billy Bennett, Turner Layton, Elisabeth Welch, Max Bacon, Wilson Keppel and Betty, Donald Stewart, Karina, The Three Rhythm Brothers, The Four Flash Devils, The Four Robinas, The Five Charladies.
86 min. Blanco y negro

Apasionadamente

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Apasionadamente
(Carnival Story, 1954), Kurt Neumann


APASIONADAMENTE es el título español de la película del director alemán Kurt Neumann, Carnival Story (1954). En ella podemos admirar a la guapa Anne Baxter (nieta del famoso arquitecto Frank Lloyd Wright) en el papel de Willie, una mujer desesperada, sin dinero, que quiere recomenzar su vida trabajando para una feria-circo americana en Alemania.


Willie (Anne Baxter) roba a Joe (Steve Cochran) la recaudación de una de las atracciones de la feria. Está hambrienta y lo primero que hace es comprarse un bocadillo. Joe, representante del circo y un chulo de primera, se da cuenta del hurto y después de una discusión, le ofrece a Willie un trabajo en la feria. Después de una ducha (Willie está sucia y quiere ducharse antes de compartir dormitorio con las otras chicas de la feria), donde se advierte la gran sensualidad de Anne Baxter, Joe y Willie comienzan su apasionada relación.





En la feria trabaja el Gran Colloni (Lyle Bettger), un acróbata que salta desde más de cuarenta metros a una piscina, que también se siente atraído por la joven y a la que ofrece trabajar junto a él en el arriesgado número. El día del estreno, en lo alto de la escalera, Frank Colloni le declara su amor y le pide matrimonio. Willie no le ama, se siente fatalmente atraída por Joe, que se aprovecha de la situación: "no dejaremos que una tontería como el matrimonio nos separe". Joe es un hombre sin escrúpulos, un auténtico chulo, capaz de lo peor, y provoca la muerte de Frank, roba el dinero a Willie y pretende chantajearla acusándola de la muerte de su marido. Pero menos mal que en la feria trabaja Groppo, un gigantón mudo que también siente por Willie una atracción especial…


Hay una versión de esta película en lengua alemana titulada Rummelplatz der Liebe (1954), con otros protagonistas. Kurt Neumann es el realizador de otras dos películas que forman parte de la colección Circo Melies: The Big Cage (1933), una película protagonizada por el beluario Clyde Beatty y Let´s sing again(1936). Neumann es el realizador de The Fly (1958), después de la cual el realizador se suicidó sin conocer el éxito de taquilla de esta película.

Carnival Story (Apasionadamente, 1954)
Producción: King Brothers Productions / Westia Film (EEUU)
Director: Kurt Neumann
Guión: Marcy Klauber & Charles Williams
Intérpretes: Anne Baxter (Willie), Steve Cochran (Joe Hammond), Lyle Bettger (Frank Colloni), George Nader (Bill Vines), Jay C. Flippen (Charley Grayson), Helene Stanley (Peggy), Ady Berber (Groppo).
95 min. Technicolor,



Una lección de Tati

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Cours de soir (1967), Nicolas Ribowski

Filmado durante una interrupción del rodaje interminable de Playtime, el cortometraje Cours de soir es una excelente lección de mímica, literalmente. Jacques Tati, imparte una clases de comedia a unos “entusiastas” alumnos.

Tati se tropieza con el escalón y dice a sus alumnos: “Volveremos a esto al final de la clase”. Lección 12: La Observación. “la observación te permite descubrir la naturaleza de ciertos tipos de personalidad”, contesta uno de los aspirantes a actor. Para explicar la lección, Tati se dispone a desplegar un gran desfile de fumadores. Le siguen el tenista, donde Tati es un verdadero especialista; el pescador, que nos ayuda a entender el tempo de este artista; y el cartero, secuencia en la que Tati aprovecha para presentar una versión mejorada del entrenamiento de carteros que aparecía en L’Ecole des facteurs.
En esta clase magistral no podía faltar la equitación y tenemos la suerte de ver, ¡por fín! , a Tati montado sobre un caballo de verdad. “La gente monta a caballo según su profesión”, dice mientras acerca a sus alumnos a la ventana. La broma le sirve para demostrarnos su destreza sobre el caballo y de paso hacer unas cuantas imitaciones.Al final de la clase, y como había prometido, vuelve al escalón. Una loca explicación matemática sobre la pizarra pretende instruir a los desafortunados alumnos. Uno tras otro se tropiezan con el escalón sin gracia alguna para desesperación del maestro. Como el escalón no marcha, se ponen a probar con una columna. La fórmula matemática tampoco parece funcionar… hasta que Tati se tropieza de verdad y se golpea la cabeza con la columna. “Se suspende la clase. Practiquen en su tiempo libre”.En realidad, este peculiar profesor no tiene una metodología clara y estructurada como la de Mr. Bean en Una lección magistral (1996), pero Tati es único y de sus lecciones se puede aprender mucho más de lo que uno cree. También es verdad que se aprende más en los documentales y en las entrevistas que le hicieron a lo largo de su carrera. En una de ellas dice: “Comedy lies not in the actions of the comedian, but in the comedian’s ability to reveal the comic dimension of others”. Para mi, eso si que es una gran lección.Al final del corto, Tati se hace un homenaje a si mismo cruzando una de las calles de Tativille mientras los trabajadores mueven los edificios. Tati vive justo enfrente, en un bajo-chabola. En realidad, en esas fechas estaba completamente arruinado y ya había perdido su casa.


Cours de Soir (1967)
Productora: Specta Films (Francia)
Director: Nicolas Ribowski
Asistente: M.F. Siegler
Cámara: Jean Badal
Música: Léo Petit
Intérpretes: Jacques Tati (Monsieur Hulot), Alain Fayner, Marc Monjou
Color, 30 min.


Shocked and amazed

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Esta revista es un auténtico homenaje a los espectáculos y exhibiciones de los Side Shows. En cada uno de sus números se nos presentan gigantes, enanos, faquires, deformes, chicas de hawai, momias, etc. En esta ocasión, D.B. Denholtz escribe un artículo titulado: "Fleas to meet you", una auténtica visita guiada que nos explica lo que eran los Circos de Pulgas, nos cuenta su historia y muchas anécdotas relacionadas con los circos de estas diminutas criaturas, artistas a la fuerza. Editada por James Taylor, Shocked and Amazed tiene su punto principal de distribución en la librería Atomic Books, una librería especializada en freaks y sideshows y otros asuntos de similar rareza.

TAYLOR, James
Shocked and Amazed
On & Off the Midway
Vol. #8
VV.AA.
Dolphin Moon Press-Baltimore, 2005
ISBN: 0-940475-09-X


El Gran McGonigle

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The Old Fashioned Way (1934), William Beaudine
The Old Fashioned Way nos ofrece la oportunidad de convivir con una compañía teatral de la vieja escuela, asistir a una de sus representaciones y conocer los modos y artes de su pícaro director, el Gran McGonigle. Quienes hayan seguido nuestras incursiones en las peripecias de las compañías de cómicos itinerantes –las de Los farsantes, Ukigusa, Vita da cani o Luci del varietà- comprobarán que en todas partes cuecen habas.


El Gran McGonigle es un empresario sin un duro, incapaz de pagar los billetes de tren en el que escapa de una pequeña ciudad hasta su siguiente destino. Cuando el galán y cantante (Jack Mulhall) le dice que si le da dos dólares para un billete se larga de la compañía, McGonigle afirma imperturbable que si tuviera esos dos dólares ya habría formado una compañía nueva. Para su suerte encuentra un billete de litera y se lo queda, lo que nos permite contemplar a Fields en uno de sus números clásicos –“The Pullman Sleeper”, de 1921-, en el que intenta encajar su inmensa humanidad en uno de esos nichos en los que se pernoctaba en los ferrocarriles estadounidenses.


Perseguido por el sheriff, McGonigle consigue llegar con su compañía a Bellefontaine. Allí se instala en una pensión donde vive la terrible aficionada Cleopatra Pepperday (Jan Duggan). McGonigle hace lo que puede por rehuirla hasta que se entera de que dispone de una cuantiosa fortuna. Por desgracia tiene también un adorable nieto (Baby LeRoy, la Némesis fieldsiana) y un prometido que no es otro que el sheriff de la ciudad. Estos giros argumentales proceden de Two Flaming Youths, con esa facilidad que tenía Fields para reciclar viejas tramas y exitosos números de sus días de gloria en Broadway.


La mano derecha de McGonigle es Marmaduke Gump. Se trata de Tammany Young, al que los que sigan el ciclo Fields verán siempre a la sombra del Gran Hombre, desde su encuentro en Sally of the Sawdust. Tammany Young había comenzado a principios de los años diez del pasado siglo con Griffith y Mack Sennett. Llegó a tener, junto a Fay Tincher, una serie propia -“Bill y Ethel”- en la que Tod Browning cargaba con los papeles secundarios. También figura en el reparto de The Mighty Barnum (El poderoso Barnum, 1934). Desgraciadamente falleció en 1936 antes de cumplir los cincuenta años, poco después de finalizar el rodaje de Poppy.


Entre los aliados de McGonigle, su hija Betty (Judith Allen) y un estudiante enamorado de ella que pretende dejar la vida regalada y dedicarse al teatro (Joe Morrison) y que pronto encuentra acomodo por deserción del galán titular. Por desgracia, su padre llega a la ciudad dispuesto a hacer regresar a su hijo al redil.


Todo augura un fracaso más, pero el anuncio de la presencia de la estrafalaria señorita Pepperday en el reparto ocasiona un lleno fenomenal en la sala y la mayor recaudación en la historia de la compañía del Gran McGonigle, agobiado no obstante por embargos varios y acusaciones de estafa.



The Old Fashioned Way se hace acreedora de su título porque mientras esta trama tiene lugar entre cajas, en el escenario se desarrolla un completo drama en tropecientos cuadros titulado -¿casualmente?- “The Drunkard”, o sea, “El borracho”, “El trompas”-. Simon Louvish, el biógrafo de Fields, data esta obra anónima en 1844, dice que fue el primer drama americano en alcanzar las cien representaciones consecutivas y atribuye al mismísimo Phineas T. Barnum su exitosa reposición de 1853. Hermanos enamorados de la misma mujer, pérfidos canallas, muchachas repudiadas, hijos del engaño… En su rendición del caballero Cribbs Fields deja galopar su vena histriónica y su gusto por los modos arcaicos en lo que constituye un rendido homenaje al teatro de corte victoriano.


No contento con ello, en el fin de fiesta, el Gran McGonigle ejecuta el número de malabarismo que le ha hecho mundialmente famoso. Es nuestra mejor oportunidad de comprobar porqué Fields fue aclamado como el primer malabarista de su época y encabezó los carteles de las revistas de Ziegfeld.

The Old Fashioned Way (1934)
Producción: Paramount Pictures (EEUU)
Director: William Beaudine.
Guión: Jack Cunningham y Garnett Weston, basado en un argumento de Charles Bogle (W.C. Fields).
Intérpretes: W.C. Fields (The Great McGonigle / Squire Cribbs), Joe Morrison (Wally Livingston / William Dowton), Baby LeRoy (Albert Pepperday), Judith Allen (Betty McGonigle / Agnes Dowton), Jan Duggan (Cleopatra Pepperday), Tammany Young (Marmaduke Gump), Nora Cecil (Mrs. Wendelschaffer), Jack Mulhall (Dick Bronson), Samuel Ethridge (Bartley Neuville / Edward Middleton), Ruth Marion (Agatha Sprague / Mary Wilson), Richard Carle (el sheriff), Larry Grenier (Drover Stevens), William Blatchford, Jeffrey Williams, Donald Brown.
70 min. Blanco y negro.

El Luna Park de Shandigor

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L'inconnu de Shandigor (1967), Jean-Louis Roy

El Luna Park de Shandigor se parece sospechosamente al parque de atracciones del Tibidabo y, sin embargo, la soledad que allí reina, el clima pesante de angustia atómica, aleja a esta película de cualquier otra que hayamos visto de las ambientadas en tal entorno (http://www.circomelies.com/2010/04/barcelona-desde-el-avion.htmlet al.).


L'inconnu de Shandigor es una rareza suiza, uno de los primeros largometrajes rodados por los nuevaoleros helvéticos y, además, seleccionado para el Festival de Cannes. La trama bebe parigualmente de la ciencia ficción de novela de a duro, de las aventuras cinematográficas del agente 007 y de los delirios godardianos de Alphaville(1965). De ésta toma el humor extravagante y la utilización de los entornos naturales como espacios inquietantes.



Aunque la producción es únicamente suiza, en los títulos de crédito consta la colaboración de la barcelonesa Filmax para el rodaje en España, así que nada debe extrañarnos el encuentro amoroso de Sylvaine (Marie-France Boyer) con su antiguo amante en la playa de la Barceloneta, las persecuciones por el Parque Güell y los encuentros en el parque de atracciones.


El macguffinrecibe el sonoro nombre de “Anulador”, un artilugio ideado por el profesor Von Krantz (Daniel Emilfork) y capaz de inhibir cualquier bomba atómica. Lógicamente, los servicios secretos de medio mundo andan detrás de los planos del invento que el profesor y su ayudante albino (Marcel Imhoff) han escondido en una peliculita familiar grabada durante las pasadas vacaciones en Shandigor.


Los espías norteamericanos envían a su mejor agente (el suizo Howard Vernon, habitual de Jess Franco); los rusos están comandados con un tipo histérico (Jacques Dufilho) capaz de refinadas torturas, como la de someter al ayudante del profesor a una dosis letal de rock decadente occidental; un agente japonés se pasea por medio mundo vestido de hombre rana: y un grupo de calvos que venden sus servicios al mejor postor están dirigidos nada menos que por el mismísimo Serge Gainsbourg.





Después de la muerte de uno de sus hombres en acto de servicio, y mientras los otros lo embalsaman, toca al órgano una delicia pop titulada “Bye, Bye, Mister Spy”:


L'inconnu de Shandigor (1967)
Producción: Frajea Films (CH)
Director: Jean-Louis Roy.
Guión: Jean-Louis Roy, Gabriel Arout, Pierre Koralnik.
Intérpretes: Marie-France Boyer  (Sylvaine), Ben Carruthers  (Manuel), Daniel Emilfork  (Herbert Von Krantz), Jacques Dufilho  (Schoskatovich), Serge Gainsbourg  (el jefe de los calvos), Howard Vernon  (Bobby Gun), Marcel Imhoff  (Ivan, el ayudante de Von Krantz), Jacqueline Danno  (Esther), Marc Fayolle, Adrien Nicati, Serge Nicoloff  y Georges Wod  (espiás), Eric Brooke, Gabriel Arout, Pierre Chan.
90 min. Blanco y negro.


Trompazos apaches

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HEMOS conseguido algunos ejemplos de la danza Apache llevados a la pantalla por maestros de la animación. La libertad de los bailarines para ejecutar sus arriesgados saltos sin el peligro de matarse o lesionarse, llevan este baile a un límite más que improbable. Nuestro primer ejemplo, Apache Kid (1930), tiene como protagonista a Krazy Kat, el protagonista de una de las tiras cómicas con más prestigio y más longeva en la historia de los rotativos norteamericanos de la que era autor George Herriman. Krazy y su novia se encargan de animar un local Apache con sus canciones y sus bailes hasta que un malote secuestra a la dama. A partir de aquí, el imaginativo Krazy se las ingeniara para encontrarla y salvarla de las pérfidas intenciones del delincuente. Asi que centrémonos en los tres primeros minutos. Una divertida versión del tango Es mi hombre y el vals de Offenbach nos van a dar una sorpresa. Lo podéis ver aquí.





Popeye, Olivia y Bluto son los protagonistas de nuestra segunda sesión: The Dance Contest (1934). Popeye gana un concurso de baile gracias a la destreza que le proporcionan las espinacas. Bluto no aguanta los celos baila con Olivia una danza Apache en la que los acordes del vals acompañan una verdadera paliza. Popeye se revuelve de su asiento y al mismo compás, la música de Offenbach, y bailando con el gigantesco Bluto, le devuelve uno por uno los puñetazos y golpetazos que anteriormente éste había propinado a Olivia.


Nuestra tercera pieza viene de la mano de los geniales aunque algo olvidados Harman & Ising. Su cortometraje con la MGM, Peace on Earth (1939), en contra de la guerra fue uno de los más aplaudidos de la época. En Toyland Broadcast, realizada en 1934, recrean uno de los conciertos de radio o espectáculos radiados que se realizaban en esos años. El programa es variado y muy imaginativo. Entre las atracciones destaca el baile apache (min. 3:55) que se marcan sobre las teclas de un piano dos pequeños personajes que salen de una caja de muñecas francesas.


En la película de 1952, The Four Poster, el director Irving Reis añade animación entre diferentes secuencias y en una de ellas se supone que hay danza apache, aunque nosotros no hemos visto el film y no podríamos asegurarlo.

Estados Unidos de Europa

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Partire è un po’ morire (1951), Giacinto Mondaini

Giaci Mondaini es uno de los más originales colaboradores del Bertoldo, la revista que agrupó durante el fascismo a los humoristas amantes del absurdo y lo surreal. Muchas fueron las transferencias y préstamos que La Codorniz tomó de la revista editada en Milán por Rizzoli, así que Guareschi, Mosca, Manzoni, Campanile, Steinberg o el mismo Mondaini eran razonablemente conocidos en España.


Nacido en 1903, Mondaini trabaja como marino mercante antes de convertirse en dibujante, cartelista e ilustrador. Su relación con el cine se remonta a 1935, cuando un relato suyo sirve de base a Darò un milione [http://www.circomelies.com/2008/05/en-el-circo-primrose.html]. Hasta ahora no teníamos más noticias de otras intervenciones suyas en el campo cinematográfico. Sin embargo, el año pasado la Cineteca Nazionale restauró un curiosísimo cortometraje en el que Mondaini se responsabiliza no sólo del guión, sino también de la dirección.


La acción arranca en 2001, cuando la unidad europea es ya un hecho, no existen las fronteras y viajar por el territorio común se ha convertido en algo común. Una presentadora nos invita entonces a presenciar una peliculita cómica datada medio siglo antes, en la que se satiriza la burocracia que conllevaba en el pasado cualquier viaje: pasaportes, visados, aduanas...


El absurdo señorea en una serie de viñetas preñadas por igual de slapstick y simbolismo. Como se puede ver aquí con subtítulos en inglés y no necesita mucha más explicación, nos ahorramos más explicaciones:


Si acaso, permitirnos una sucinta reflexión sobre la solución edénica que propone Mondaini. Al cabo de sesenta y cuatro años, Europa sigue poniendo las mismas trabas a muchos de sus ciudadanos y Peppino de Filippo continuará encaramado en su árbol, pensando que allí caben todos aquellos que amen la utopía.

Partire è un po’ morire (1951)
Producción: (Italia)
Director: Giacinto Mondaini.
Intérpretes: Peppino De Filippo, Margit Seeber.
11 min. Blanco y negro.

El truco de la dama desaparecida

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La mentira tiene cabellos rojos (1960), Antonio Isasi-Isasmendi

La mentira tiene cabellos rojos se presenta en el Festival de Cine de San Sebastián y, sin embargo, no llega a los cines hasta septiembre de 1962. Aunque Isasi siente un gran cariño por ella, lo cierto es que desagradó por igual a la crítica y al público. ¿Tendría algo que ver el modelo en que se basaba? Es más que probable.


La cinta arranca con un mago que no se presenta al Concurso Nacional de Ilusionismo. Mientras todo el mundo espera la aparición del conocido financiero y mago aficionado Enrique Solano, un hombre (Arturo Fernández) descarga su revólver contra una espectadora pelirroja con gafas de pasta (Analía Gadé). Suena una sirena de policía. Ante la estupefacción de los asistentes, el hombre localiza una funda de contrabajo con un gran signo de interrogación y mete en su interior a la mujer. Al instante, vuelve a abrir y aparece el instrumento. Una serie de notas musicales pautan la aparición de las gafas y los guantes de la mujer que, finalmente, reaparece en el escenario para saludar junto a su partenaire.


Enrique Solano y su futura esposa acaban de ganar el premio nacional de ilusionismo y en ellos están las esperanzas de los aficionados a la magia en España para alzarse también en el primer puesto en el inminente Congreso Internacional de Ilusionistas que se va a celebrar en Madrid.


Pero las cosas se tuercen desde el mismo momento en que la pareja contrae matrimonio. La dama desaparece ahora de verdad durante un viaje de novios que les conduce a El Escorial, Segovia y otros lugares de indudable atractivo turístico. Juan (Carlos Lloret), un amigo de la pareja, echa una mano al atribulado Enrique para intentar deshacer el entuerto. Ambos siguen incesantemente a Isabel, pero ella se esfuma cada vez que están a punto de alcanzarla. Para colmo, las gracias y cuchufletas de los ilusionistas de todo el mundo que se dan cita en el hotel de la Gran Vía madrileña donde debía hospedarse la pareja de recién casados, provoca un estado de insoportable irritación en el marido burlado.


Hablábamos al principio del modelo… La mentira tiene cabellos rojos es un thriller ligero al modo de Hitchcock, una comedia de suspense en la que hay una mujer a la que seguir, como en Vertigo(De entre los muertos, 1958); y un personaje inexistente, como en North by Northwest (Con la muerte en los talones, 1959); la utilización de un teleobjetivo para seguir a Isabel está calcada de Rear Window (La ventana indiscreta, 1954); el flamenco disecado de una de las escenas finales nos remite al taxidermista de la segunda versión de The Man Who Knew Too Much (El hombre que sabía demasiado, 1956); e, incluso,  el motivo del contrabajo nos invita a pensar en el cameo del tío Alfred en Strangers on a Train (Extraños en un tren, 1951).


Argumenta Isasi que cuando la concibió aún no se había estrenado en España Vertigo. Pero, cuando su cinta llegó por fin a las salas, sí.


Dicho esto, la escena que mejor funciona en toda la película, a pesar de algunos apuntes cómicos poco afortunados, es aquélla en la que Enrique y sus acompañantes siguen a Isabel desde un coche por la Gran Vía, igualito que Cary Grant siguiendo a Kim Novak por las calles de San Francisco. Y es que Analía Gadé es una rubia hitchcockiana de tomo y lomo… aunque para la ocasión sea pelirroja.


La mentira tiene cabellos rojos (1960)
Producción: Isasi P.C. (ES)
Director: Antonio Isasi-Isasmendi.
Guión: Luis José Comerón, Jorge Illa, Antonio Isasi-Isasmendi.
Intérpretes: Analía Gadé  (Isabel), Arturo Fernández (Enrique Solano), Eulalia del Pino (Olga), Carlos Lloret (Juan), Milo Quesada (Carlos), Laura Granados (Carmen), Diana Lorys (la vecina), Rafael Hernández, Antonio Molino Rojo (un mago), José María Caffarel, Rafael Bardem, Luis Sánchez Polack “Tip”, Marta Flores, José María Labernié, Paula Martel, Rufino Inglés, Manuel Bronchud y la colaboración de la Sociedad Española de Ilusionismo.
95 min. Color.




Analizando a Chaplin

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En 1970, Chaplin decide poner en circulación de nuevo sus películas más importantes después de una larga  temporada a salvo de los piratas de la época. Muchos de sus largometrajes se conocían de oídas, como cuenta François Truffaut en el prólogo, y a punto estuvieron de convertirse en misterios cinematográficos. Afortunadamente para todos, Chaplin reconsideró su postura y hoy en día podemos apreciar en todo su esplendor Tiempos Modernos, El chico, El circo, Luces de la ciudad, El Gran Dictador, Monsiur Verdoux o Candilejas

Este pequeño libro recoge varios artículos publicados por André Bazin en los años 40 y 50 en diferentes revistas de cine, completadas con una reseña sobre La condesa de Hong Kong escrita por Eric Rohmer. Tres hombres de cine —pero sobre todo, uno de ellos, el prestigioso teórico André Bazin—hablando sobre el mito cinematográfico por excelencia. 

ANDRÉ BAZIN y ERIC ROHMER:
Charlie Chaplin
Valencia, Fernando Torres Editor, 1974

Chaplin en imágenes y más

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Son numerosos los libros dedicados al genial actor, director, compositor…, al gran maestro que fue Charles Chaplin. También las exposiciones dedicadas a su arte, las antologías y programas especiales dedicados a sus maravillosas películas. Nosotros, aunque coleccionistas, no nos hemos especializado en este genio precisamente por la ingente bibliografía que ha generado. Necesitábamos ahorrar para otros menesteres menos conocidos. A pesar de todo, ademas de su autobiografía y de otros estudios de los que hemos hablado anteriormente, en nuestra biblioteca se encuentran algunos ejemplares que sirven de ejemplo de la variedad de las publicaciones dedicadas a Charlot.



FRIEDEMANN BEYER
Chaplin Complete im Babylon
(Programa del cine Babylon)
Berlin, Babylon, 2011
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PAUL DUNCAN, como editor
Chaplin
Köln, Taschen, 2007
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SAM STOURZDÉ como comisario de la exposición
Chaplin en imágenes
(Catálogo de la Exposición de La Caixa)
Barcelona, Fundación La Caixa,2007
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VILLEGAS LÓPEZ, MANUEL
Charles Chaplin, el genio del cine
Madrid, ABC, 2003



Charlot va al circo

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The Circus (El circo, 1928), Charles Chaplin

El vagabundo Charlot se encuentra en los exteriores de un circo cuando es confundido con un carterista y comienza una persecución por parte de la policía que acaba sobre la pista del circo. De este modo la persecución se transforma en un excelente número cómico que el director del circo quiere contratar harto ya de la poca gracia de sus propios payasos. Chaplin acepta el trabajo y se enamora, como no, de la hija del propietario que además es maltratada y explotada sin piedad por su padre. Tras bastantes peripecias Charlot advierte que un rival más apuesto (un funambulista) tiene más oportunidades que él y decide abandonar el circo cuando este emprende su marcha. 



Aunque El Circo (1928) no ha sido de las películas más reconocidas de Chaplin, a pesar de haber ganado un Oscar especial por su trabajo como productor, director, guionista y actor, entre sus escenas podemos reconocer un Charlot muy joven que nos sorprende una y otra vez con finísimos gags que van construyendo una joya del cine mudo que además de hacernos reir nos conmueve por la sutileza con la que sabe arrancar emociones.



El resultado es una película con uno de los finales más memorables del cine de Chaplin, cercano a los finales de Tiempos Modernos (1936) y Luces de Ciudad (1952). Otras escenas remarcables son la escena de funambulismo con la que Charlot pretende hacer olvidar a Merna Kennedy su interés por el artista amado (y para lo cual aprendió a caminar sobre el alambre en una semana), la escena del laberinto de espejos o la de la jaula de los leones.



La película tiene una puesta en escena impecable y con escasos elementos consigue atrapar la atención y la emoción del público. La manera de trabajar de Chaplin era muy meticulosa, con una planificación detallada de cada plano, lo que a veces producía que se realizaran más de doscientas tomas hasta satisfacer al exigente director. Insertamos un documental sobre la realización y estreno de la película, dirigido por François Ede, que nos cuenta algunos detalles de la película.




Veamos lo que nos cuenta el propio Chaplin en Mi Autobiografía (Ed. Debate) sobre su manera de hacer cine:

“La sencillez es siempre lo mejor. (…)Mi puesta de cámara se basa en la idea de facilitar la coreografía para los movimienos del actor. Cuando una cámara está colocada sobre el suelo o se mueve por encima de las ventanas de la nariz del actor, es la cámara la que está representando, y no el actor. La cámara no debe entrometerse.(…) Para mi lo teatral significa el embellecimiento dramático: el arte de la reticencia, el cerrar bruscamente un libro, el encender un cigarrillo; los efectos desde fuera del escenario: un disparo, un grito, una caída, un estrépito; una entrada y una caída efectista, todos estos detalles pueden parecer poco importantes y obvios, pero si se uilizan con sensibilidad y discreción, son la poesía del teatro. Una idea sin sentido teatral tiene escaso valor. Es mas importante ser efectista. Con un sentido teatral se puede ser efectista con nada. (…) El oficio de actor exige esencialmente sensibilidad. (…) Aborrezco las escuelas y cursos de arte dramático que alientan la reflexión y la introspección para producir la emoción adecuada. El simple hecho de que un alumno tenga que pasar por una operación mental para conseguirla (la emoción) es una prueba suficiente de que debe desistir de ser actor.”

The Circus (El circo, 1928)
Productora: Charles Chaplin Productions
Director: Charles Chaplin
Al Ernest Garcia (propietario del circo y Maestro de Ceremonias, Merna Kennedy (su hija, la ecuyere), Harry Crocker (Rex, funambulista, payaso), George Davis(mago), Henry Bergman (viejo payaso), Tiny Sandford, John Rand, Steve Murphy (carterista), Charles Chaplin (vagabundo)
71 min. Blanco y negro

Keaton vs. Chaplin: Candilejas

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Limelight (Candilejas, 1952), Charles Chaplin 


Volver a ver Candilejassiempre es una delicia, y de la mano de Buster Keaton, el disfrute se duplica. La agridulce historia de Calvero (Charles Chaplin) y Thereza (Claire Bloom), su amor imposible, es uno de nuestros leitmotiffavoritos y cuando vemos a Calvero recostado entre bambalinas, viviendo sus últimos minutos, viendo la actuación de su joven amada, sabemos que estamos en casa.  





Calvero es Charlot

La historia la conoce todo el mundo —las nuevas generaciones que no la hayan visto ya saben lo que tienen que hacer—  y es por eso  que hemos tardado en traer esta joya cinematográfica a nuestra carpa. De hecho si no llega a ser por Buster Keaton hubieramos tardado un par de años más. 


La acción transcurre en 1914. Calvero, un cómico de éxito olvidado por su público que se refugia en el alcohol, salva a Thereza, una joven bailarina, de un intento de suicidio y encarrila su carrera artística hacia el éxito. Mientras, la cuesta abajo del viejo Calvero sigue aumentando su pendiente. Al final los papeles  se intercambian y es Theresa la que ayuda a Calvero organizando una función a su beneficio en la cual consigue el reconocimiento y los aplausos de antaño. Justo a tiempo porque Calvero sufre un ataque de corazón y muere tras su exitosa actuación.



Candilejas (Limelight) es la última película de Chaplin en los Estados Unidos después del rechazo provocado por su anterior película, Monsieur Verdoux (1947), y la maniática persecución por actividades antiamericanas de la que era objeto. Chaplin, según nos cuenta en su autobiografía, tuvo que esperar a su estreno en Europa para disfrutar de su éxito ya que en Estados Unidos había sido boicoteada.. Con el tiempo, Candilejas se convirtió en su película más rentable y en 1972 recibe un Oscar por la música compuesta por él mismo.

 


Candilejas es una película autobiográfica en la que Chaplin expresa su miedo a perder el aprecio del público, un miedo acentuado por su edad —tiene sesenta y tres años durante el rodaje— y por el fracaso de Monsieur Verdoux. Así que recrea el Londres de principios del siglo XX y busca referencias en su biografía para dar color —más bien brillo— a sus personajes. La manera de vestir de su madre, el alcoholismo de su padre y el auténtico Music-Hall londinense se reflejan inequívocamente en esta obra que el autor creía la última de su extensa carrera, una reflexión sobre la vida y la interpretación que le sirve para filosofar y sentenciar con la dignidad y el aplomo de su edad: “Han sido precisos millones de años para crear la conciencia humana, y usted quiere deshacer el milagro de la vida. No hay nada en el mundo más importante que la vida”, alecciona a una Thereza convaleciente. “Por qué quieres que la vida tenga un sentido? La vida es deseo y no significación”, prosigue para insuflar ánimo a una joven bailarina que cree tener las piernas paralizadas.


Este tono autobiográfico se vislumbra también en la participación de su familia en el film: Sydney Earl Chaplin, tercer hijo de Charles Chaplin y segundo de su segunda esposa, la actriz Lita Grey, interpreta a Neville, el apuesto galán que conquista a Thereza; sus hijos  Geraldine, Josephine y Michael Chaplin son los tres niños de la calle que merodean por la casa de Calvero; su mujer Oona dobla a Claire Bloom en algunas secuencias;  y el hermano de Chaplin, Sydney Chaplin, es el payaso de tres tupes que participa en la escena del ballet.





El profesor Bosco y Chupetegui
El personaje del amaestrador de pulgas, uno de sus números, es una versión del profesor Bosco, un pobre artista protagonista de uno de sus cortos, inacabado, The proffesor(1919), que hemos tenido la oportunidad de ver en los extras de la edición de Candilejas de mk2.




Uno de los tres estrafalarios músicos callejeros, el clarinetista,  es el australiano Harry "Snub" Pollard —de nombre real Harold Frasser y conocido en España como Chupitegui y en Francia como Profesor Beaucitron— que comenzó como policía de la Keystone y colaboró en la serie de cortos de la serie "Lonesome Luke" interpretados por Harold Lloyd, en algunas películas de Charley Chase o Hal Roach, entre las que destaca It’s a Gift (1923). También aparece junto a otros veteranos del cine silente en Hollywood Cavalcade (1939), The Perils of Pauline (1947) y Man of a Thousand Faces (1957). Su peculiar mostacho le valió el apelativo de "la morsa".





Keaton vs Chaplin
Muy a nuestro pesar, Chaplin no comenta nada en sus Memorias sobre la participación de Buster Keaton en Candilejas. Keaton es, de nuevo, el payaso olvidado y según cuentan Chaplin recortó sus escenas con Keaton para evitar comparaciones. 


A dúo recrean un acto al estilo de Karno. Keaton, un pianista miope, no encuentra el piano. Calvero le coge de la mano y le lleva hasta el instrumento. Se saludan mutuamente en vez de hacerlo hacia el público y se disponen a interpretar la pieza pero… Keaton se hace un lío con las partituras y Calvero con su cuello almidonado y una pierna que crece y decrece mágicamente (un clásico de Grock). 


Una vez arreglado el problema —Keaton pone en plano horizontal el soporte de las partituras y Calvero se arranca el cuello de la camisa—, se disponen a afinar. Las notas son tan altas que las cuerdas del violín se disparan, igual que las del piano que acaba escupiendo una maraña de cuerdas. Por el camino Keaton ha pisado el violín y se lo lleva ajustado en el zapato. 


Finalmente interpretan una trepidante czarda que se congela durante unos instantes para reanudar nuevamente con una energía  que lleva a Calvero al foso de los músicos donde se incrusta en el bombo de la orquesta. Es el final  del número y el final de Calvero. Tendrá que salir a recibir los aplausos en brazos de los tramoyistas y artistas. La vida se le escapa entre bambalinas


Limelight (Candilejas, 1952)

Producción: United Artists (USA)
Director: Charles Chaplin
Guión: Charles Chaplin
Música: Charles Chaplin
Intépretes: Charles Chaplin (Calvero), Claire Bloom (Thereza ), Nigel Bruce (Postant), Buster Keaton (partner de Calvero), Sydney Chaplin (Neville), Norman Lloyd (Bodalink), Andre Eglevsky (bailarín), Melissa Hayden (bailarín), Marjorie Bennett (Sra. Alsop), Wheeler Dryden (Doctor), Barry Bernard (John Redfern), Stapleton Kent (Claudius), Mollie Glessing (Maid), Leonard Mudie(Dr. Blake), Loyal Underwood (músico callejero), 'Snub' Pollard (músico callejero), Julian Ludwig (músico callejero), Charles Chaplin Jr (payaso).
Blanco y negro. 134 min.

El fracaso de una estrella del vaudeville

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London Town (1946), Wesley Ruggles

El comediante Sid Field llevaba un cuarto de siglo actuando en teatros de variedades de toda Gran Bretaña cuando se convirtió en una estrella en Londres. Mientras la II Guerra Mundial asolaba la ciudad, sus espectáculos Strike a New Note (1943) y Strike it Again (1944) hacían que el público se cayera de sus asientos de la risa. Al finalizar la contienda, revalida su éxito capitalino con Piccadilly Hayride (1946). Es entonces cuando le llega una propuesta del poderoso Arthur Rank de protagonizar no una comedia musical, sino “la comedia musical británica”.



Rank no se para en barras: contrata al director estadounidense Wesley Ruggles; a los compositores de las canciones de Bing Crosby, Johnny Burke y Jimmy Van Heusen; organiza una brillante producción en Technicolor; encarga un guión sin grandes alardes que permita enlazar las extravagancias musicales con los celebrados números cómicos de Sid Field. De nada le vale. La crítica rechaza la cinta por torpe y premiosa y los espectadores le dan la espalda. London Town resulta uno de los más sonoros batacazos de la cinematografía británica.



El argumento toma parte de la anécdota biográfica del propio Field. Uno de sus primeros trabajos durante la adolescencia fue el de understudy de Wee Georgie Wood, un cómico que no alcanzaba el metro y medio y que solía actuar vestido de niño. En el vaudeville, el understudy es un suplente que permanece entre cajas estudiando cada detalle del número intérprete titular para poder reproducirlo en caso de ausencia de éste.



Jerry Sanford (Sid Field) es un cómico que llega a Londres con su hija pequeña (Petula Clark) dispuesto a triunfar. Pero cuando se presenta en la compañía de Eve Barry (Greta Gynt) para tomar parte en la comedia musical London Town no le reparten un papel, sino que le encomiendan la suplencia del caricato musical Charlie De Haven (Sonnie Hale).



Pasan uno, dos meses. Jerry traba amistad con la cantante y bailarina Patsy (una jovencísima Kay Kendall antes de operarse la nariz).





Pero su oportunidad no termina de llegar, así que su hija decide ayudar al destino y coloca un tinte verde en el jabón de Charlie De Haven. La película incorpora así el color a la trama argumental.



Una parte de las rutinas cómicas –el sketch del golf, por ejemplo- proceden de los espectáculos de Sid Field y Wesley Ruggles las filma desde la embocadura del escenario, desde que el telón se abre hasta que se cierra, sin incluir ninguna referencia visual ni sonora de los espectadores. En estos casos, la película se convierte en un registro documental de las habilidades de Field. Lo malo es que la lectura de esta acta notarial no termina nunca de emocionar al espectador y los números de baile se prolongan innecesariamente.



¿Qué queda entonces? El encanto del mundo del vaudeville y la oportunidad de ver en su momento de mayor esplendor a Sid Field y a Tessie O’Shea, peso pesado de las variedades con acento cockney y cabeza de cartel en el Palladium. Todo ello en rutilante Technicolor.

London Town (1946)
Producción: Wesley Ruggles Productions para Arthur Rank (GB)
Director: Wesley Ruggles.
Guión: Elliot Paul y Sigfried Herzig, con diálogos adicionales de Val Guest.
Intérpretes: Sid Field (Jerry Sanford), Kay Kendall (Patsy), Petula Clark (Peggy Sanford), Greta Gynt (Eve Barry), Claude Hulbert (Belgrave), Sonnie Hale (Charlie De Haven), Mary Clare (miss Gates), Tessie O'Shea.
126 min. Color (Technicolor)




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